
No obstante, hay en él algo ligeramente vertical: su ansia por escalar hasta llegar a la cima, allí, al lado del Poder. A la siniestra de Dios Padre, a poder ser.
Bien, nuestro apaisado lo ha conseguido con creces. Una carrera esforzada en la dura tarea de criticar al Poder, de resultarle incómodo a costa incluso de alguna que otra mentirijilla, le ha llevado, como no podía ser menos, a la cumbre. A departir de tú a tú con los grandes hombres de Estado.
Tal éxito se lo debe a no haber olvidado jamás las dos grandes máximas de nuestro tiempo:
UNA. El Poder es malo y hay que ser siempre muy crítico con él. Pero el Poder es cosa de la derecha, desde los Reyes Católicos hasta el momento. La izquierda no tiene Poder; gobierna, sí, pero con buenos sentimientos.
DOS. Un apaisado es siempre equidistante.
Candela
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